La sinergia en la familia ayuda a crear una cultura en la que se puede enfrentar con éxito cualquier desafío familiar. Protege a sus miembros para que cuando se cometan errores o cuando se cieguen por cualquier desafío inesperado físico, financiero o social, la familia no se deje dominar por él. La familia tiene la capacidad para acomodarlo y superarlo, para adaptarse, para manejar cualquier cosa que la vida le imponga, a usarla y aprender de ella, correr con ella y optimizarla para que la familia se haga más fuerte. Con esta clase de sistema inmune, los “problemas” se ven realmente diferentes.
La participación en una actividad, ya desde edad temprana, sirve para educar la responsabilidad. Empieza cuando los más pequeños aprenden a valerse por sí mismos: a vestirse solos, arreglarse, cuidar su ropa, cepillarse los dientes, limpiar sus zapatos, etc. Son los encargos que podríamos llamar «de autonomía». También empiezan a realizar cosas sencillas, esporádicas o permanentes, que son un servicio a los demás: comprar el diario, poner o quitar la mesa, cerrar persianas, limpiar una zona del salón, vestir a la peque o regar plantas.
El compromiso en una tarea familiar es algo serio y personal, pero lo hemos de facilitar, hacer agradable. Hemos de ayudar a elevar la visión de quien tiene ese detalle de servicio en el hogar. A vivirlo como una habitual muestra de amor. Además, cualquier encargo bien hecho, aunque sea pequeño, muestra a las claras que todos los trabajos son necesarios y por ello dignos de reconocimiento.
¡Por supuesto! Les encanta participar en las decisiones sobre la organización familiar y la distribución de encargos. Las responsabilidades les proporcionan a los adolescentes un sentimiento de importancia. Tienen voz, e incluso voto de calidad.
Valdrá la pena hablarles de trabajo bien hecho, responsabilidad, confianza, servicio, empatía, sociabilidad, comprensión, solidaridad… Y de que, esos encargos familiares que a veces nos vienen tan cuesta arriba, son ocasión estupenda para concretar los grandes ideales que despiertan en ellas y ellos. Sabemos que nuestros adolescentes necesitan responsabilidades que sean orientadas hacia otras personas. Más adelante indicaremos algunas tareas específicas como ejemplo, aunque si se les ocurren o quieren explicar vuestra experiencia, comentadlo para todos, por favor.
A los hijos mayorcitos les irá bien tener encargos de especial responsabilidad, como hacer pequeños arreglos en la casa, mejorar el jardín, ir a llevar o a buscar una documentación oficial, hacer gestiones administrativas diversas, acompañar alguna larga tarde de invierno a la abuelita indispuesta, etc.
Hablábamos de adaptarnos al niño y poder observar su mejora, según sus posibilidades reales y sus circunstancias. Pues bien, no les parece que la mejor motivación para evaluarse y comenzar una nueva tarea es que se dé cuenta que en otra ocasión ya fue capaz de sacar adelante una responsabilidad similar. Creo que los hijos y alumnos recordarán nuestra supervisión positiva y entusiasta que les animó a realizar, con cariño y muy bien, las tareas encomendadas.
Decíamos que según las peculiaridades de cada hijo buscaremos unos u otros encargos. Antes de pasar a relacionar una larga lista de ellos, vale la pena recordar que, incluso cuando ya son adolescentes, hay un tipo de actividades o tareas que podemos denominar «de autonomía personal» en las que todos han de poner un pequeño esfuerzo diario.
Tareas que pueden hacer los hijos, siempre y todos los días
¿No les parece que una buena organización familiar y una buena distribución de tareas es, sobre todo, un medio de amor, de mejora personal y unidad familiar?
¿Y no les parece que este será el semillero de una sociedad más comprometida, responsable, desinteresada y dispuesta a servir a los demás con dedicación y amor, en todos los ámbitos de su vida?
¿Qué acciones tomarás en tu negocio y en tu vida, en este sentido?
Comentarios e Información: josevillacis@actioncoach.com – www.coachpepevillacis.com – Cel. (442) 263-3009
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