El otro día me comentaron un caso de una chica en su trabajo. Alguien le pidió que hiciera algo. Sus compañeros sabían que ella tenía planes importantes luego del trabajo, ese día. “¿Puedes quedarte un poco más para ver un asunto?”. Ella dijo que no. No puedo…”.
Había dicho “no”. Fue un “no” leve, casi silencioso. Como si no pudiera decirlo en voz alta. Como si estuviera luchando para decirlo. Esa experiencia nos hace pensar en lo importante de aprender a decir “no” a las personas y a situaciones de la vida.
¿Por qué batallamos para decir “no”? Porque tenemos nuestras historias de vida. En algún momento del camino, hemos desarrollado creencias sobre lo que debemos hacer, lo que se espera de nosotros, cómo debemos relacionarnos con la gente, cómo tenemos que vivir, hablar, amar y comportarnos.
Es posible que hayamos aprendido que decir “sí” y complacer a los demás es la forma de llamar su atención, amor y tiempo. Empezamos a creerlo hasta el punto de que decir “no” se siente arriesgado y aterrador y, en última instancia, inaceptable.
Con el tiempo, nos rendimos ante nosotros mismos, dejamos de lado nuestras prioridades, nuestras necesidades. Terminamos siendo demasiado amables, asentimos con la cabeza y callamos, entregamos demasiado de nosotros mismos. Decimos “sí”, y simplemente aceptamos lo que se nos pida. Decimos “sí” porque nos gusta la sensación de ser superhéroes salvando el día y apagando fuegos. Se siente bien ser el “salvador”, se siente bien por un tiempo, ¿y entonces que? ¿Cuál es el costo?
Eventualmente, pagamos un costo enorme, comprometiendo nuestros valores y prioridades, dejando del lado lo que realmente nos importa. Estamos enfocados en otros. Nuestra vida está llena de otros, sus prioridades y necesidades. Y vacía de nuestras prioridades y necesidades. Nos sentimos usados.
Estamos sonriendo y debajo de esa sonrisa hay un arrepentimiento tácito, enojo, dolor, resentimiento. Contamos con todas esas emociones difíciles. Es posible que podamos esconderlos por un tiempo, pero no desaparecen y, tarde o temprano, suelen aparecer de una manera desordenada e incontrolable que lastima a los demás.
En la vida, necesitamos aprender y practicar con valentía en decir “no” tanto a los demás y a sus exigencias, como también a diferentes situaciones que pueden parecer “una gran cosa”. Cosas que otros están haciendo y que parecen tan “geniales”, cosas que la sociedad etiqueta como “grandes oportunidades”, cosas que colectivamente parece que estamos persiguiendo.
¡Este puede ser el mejor momento para frenar, pausar, respirar, rebobinar, pensar y sentir para conectar con lo que es verdad para nosotros y solo para nosotros!
De alguna manera, podríamos tener la idea de que si perdemos o decimos “no” a esta “gran oportunidad”, o renunciamos a algo, seremos “perdedores”, débiles, aburridos, demasiado normales o simplemente regulares. Y no hay lugar para esos sentimientos, queremos escapar de ellos, así que al final decimos “sí” a todo, saltamos de una cosa a otra, de un lugar a otro, somos como “perseguir” algo. Actuamos como si quisiéramos hacer todo y estar en todas partes.
Escuchar todo ese “ruido” externo, ser sordos a nosotros mismos, sin conectarnos realmente con nuestra esencia y pensar si en lo que gastamos nuestra energía es lo que realmente necesitamos y queremos para nosotros mismos.
En última instancia, podríamos terminar estando en todas partes y sin sentirnos en ninguna parte, tal vez vacíos y cansados. Y nuevamente, la pregunta es por qué nos hacemos eso a nosotros mismos. Quizás a veces queremos probarnos a nosotros mismos, satisfacer nuestro ego y llenar un vacío interno.
La capacidad de decir “no” se aprende diciendo “no”. Viene con la práctica. Necesitamos actuar. No es suficiente “saber” lo que queremos y lo que no queremos, es necesario decirlo, mantenerlo claro y fuerte, aunque sea incómodo, aunque dé miedo. No hay ningún atajo.
Y el poder de decir “no” es enorme. Con decir “no” vendrá aire fresco y habrá espacio para nuevas oportunidades. Decir “no” a una cosa es siempre decir “sí” otra que puede ser mucho mejor. Después de todo, la buena vida consiste en equilibrar sabiamente el “sí” y el “no”. Y tú, ¿qué tal bueno eres al momento de decir “no”?
Basado en: choosebecoming.com
¿Qué acciones tomarás en tu negocio y en tu vida, en este sentido?
Comentarios e Información:
Cel. (442) 263 3009
Deja un comentario