¿Es lo mismo aconsejar que sugerir? La diferencia, sutil e importante, radica en dos aspectos: la responsabilidad y el poder de decisión.
DAR CONSEJOS
Cuando aconsejamos, estamos diciendo: “Debes hacer tal o cual cosa”, arrebatamos el poder de decisión de la persona aconsejada. Le hemos dicho lo que “tiene” que hacer. Limitamos el abanico de posibles acciones a una sola.
Al aconsejar, nosotros adquirimos la responsabilidad de lo que haga la persona aconsejada y ella se desentiende, de alguna manera, de su responsabilidad.
Es, en definitiva, un asunto delicado, y en líneas generales “no des consejos si no te los piden”.
OFRECER SUGERENCIAS
Al sugerir, antes que nada, lo correcto y eficaz es siempre pedir permiso a la persona, incluso si es de nuestra familia directa. Al sugerir, nosotros dejamos la responsabilidad en quien corresponde.
Cuando sugerimos (y mejor en forma de pregunta): “¿de qué manera crees que hacer tal o cual cosa impacte en esta situación?”, la persona tiene el poder de decidir sobre seguir este curso de acción o algún otro que ella crea conveniente.
Es responsable de las consecuencias aún cuando siga la sugerencia, puesto que ella eligió el curso de acción.
Cuando se ofrece una sugerencia, y la persona decide tomarla, no hay nadie a quién culpar o atribuir la responsabilidad sean cuales sean las consecuencias. En todo caso la persona se hace responsable de su decisión y crece en independencia aún cuando el resultado sea desagradable.
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